El debate de los últimos días sobre migración contiene una multitud de inexactitudes que hacen que la opinión pública no sepa a qué atenerse. Como director de un centro de migración en Suecia he podido seguir el debate en ese país durante más de 40 años. Ya en 1979 escribí un programa de política de inmigración que fue aceptado por mi centro en su reunión anual. El primer parágrafo decía:
«La migración es un proceso natural en todos los países, tanto dentro como fuera de sus fronteras. También puede deberse a diversos problemas políticos, sociales, religiosos o culturales, guerras, etc., que obligan a las personas a abandonar el país o la zona donde han residido tradicionalmente. La migración puede convertirse en un problema cuando: a) se produce de forma totalmente descontrolada, b) la población original de un país no quiere aceptar a los nuevos habitantes como iguales, c) los inmigrantes no participan en el proceso de toma de decisiones para construir el nuevo país. La migración a Suecia ha sido continua a lo largo de la historia del país. No fue hasta el siglo XX que la inmigración se reguló según los principios vigentes, lo que puso fin a la inmigración. Por lo tanto, el debate sobre la política de inmigración se centra ahora casi exclusivamente en casos individuales. La sociedad sueca y los inmigrantes coinciden en que es necesaria una inmigración regulada, pero esto no debe interpretarse como el fin de la inmigración; discrepamos con el gobierno en este punto. Los gobiernos de los países deben establecer normas comunes para una migración controlada pero generosa entre ellos. Los refugiados no deberían estar sujetos a las mismas normas. Se dice que Suecia quiere implementar una política de refugiados generosa. Pero hoy en día pretenden equiparar a muchos refugiados con inmigrantes espontáneos. Esto no debe suceder. Cada grupo de refugiados o inmigrantes tiene sus propias problemáticas específicas. Incluso dentro de una misma ciudadanía existen problemas que distinguen a los distintos grupos. Cada refugiado o inmigrante también tiene sus propias particularidades que requieren soluciones individuales. Esto no impide que todos los refugiados e inmigrantes también tengan muchos problemas comunes que los distinguen de la población mayoritaria.»
Mucho de lo que el partido popular y Vox dicen ya lo he vivido. En realidad, la primera ley de inmigración en Suecia de 1913 fue motivada por una moción de 1906 en la que ya se apuntaba a los inmigrantes como criminales. Las estadísticas nunca han dado la razón a quienes asocian migración con criminalidad, y ya han pasado casi 120 años. Pero eso parece que no importa a quienes quieren unir esas dos palabras. Misión imposible.
Por eso mi pretensión es escribir desde otro punto de vista. La migración es un fenómeno que ha existido durante toda la historia de la humanidad, bien por invasión, bien por fenómenos adversos que obligan a una población a dejar su lugar donde han vivido, bien por el deseo de conocer otras tierras, bien por guerras que obligan a una población al exilio involuntario. Los motivos son muchos y diversos. Las estadísticas españolas de hoy cuentan que 42 millones de ciudadanos españoles viven en España y 2,5 millones de españoles viven fuera de España en este momento. Si los argumentos de Vox fueran válidos, tendríamos 2,5 millones de criminales españoles, fuera de España, pero criminales según la definición de Vox.
Si bien es un factor positivo que la migración sea regulada, eso no es siempre posible. Quienes han vivido un tiempo, en Europa recordarán la revuelta de Hungría en 1956, o la ocupación de Checoslovaquia en 1968, o la expulsión de los búlgaros de habla turca en 1989, para no contar el éxodo de bosnios en 1992 por la guerra de los Balcanes. Aunque podamos distinguir entre refugiados e inmigrantes, no siempre aquellos fueron aceptados en todas las sociedades.
La opinión de que necesitamos a los inmigrantes no es tampoco del todo certera. En teoría, una sociedad debería ser autosuficiente. Si la natalidad es baja, no es preciso sustituirla o complementarla con inmigrantes que ayuden a cuidar a los mayores y a contribuir a la seguridad social para asegurar las pensiones del futuro. Es una premisa falsa. Si nacen pocos niños, se libera una cantidad de trabajo dedicado al cuidado de estos, que se puede dedicar al cuidado de los mayores. Todo es cuestión de organizar el trabajo. Tampoco hay que olvidar que hay muchos trabajos que no son necesarios para una vida social de calidad y que podrían dirigirse a las funciones necesarias de la sociedad sin buscar personas fuera de esta sociedad.
Para mí, la migración es un fenómeno natural que, bien gestionado, es beneficioso para los países de emigración como para los de inmigración. También es frecuente que un país reciba inmigrantes a la vez que sus ciudadanos emigran a otro país. Si hay una fuerte emigración, el país puede tener una gran recesión, si no hay una compensación con remesas que ayuden a familiares a vivir. La inmigración de otros países o el retorno de los emigrantes puede ayudar a un balance demográfico. Suecia en la segunda mitad del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX vio cómo una cuarta parte del país emigraba sobre todo a EE. UU. Poco a poco un tercio de estos iban volviendo, trayendo recursos económicos y también nuevos oficios aprendidos.
Miguel Benito