Decretos ómnibus

Estos días es más actual que nunca la polémica sobre los decretos llamados ómnibus. La mayoría coincide en que el modo de presentarlos tiene aspectos no deseados. Esta es mi forma de ver estos decretos y otras actividades parlamentarias.

Empezando con los presupuestos: en otros países se presentan los presupuestos de manera semiautomática a finales de año para ser debatidos y aprobados durante la primavera. Se debaten en las diversas comisiones dependiendo del contenido, cultura, educación, defensa, salud, etc. En cada comisión se van introduciendo propuestas de cambio, que luego se discuten de nuevo y se aprueban en el parlamento. Al estar estructurados en distintos titulares se vota cada uno de ellos por separado. Puede ser agobiante, pero hoy en día se vota pulsando un botón. Por ejemplo si en el apartado de cultura hay un puesto para apoyar la ópera específicamente y otro para apoyar el resto de teatros, se votan ambos por separado. Así durante la primavera se van aprobando los presupuestos parcialmente. Lo que no se aprueba queda sin aprobar, pero los presupuestos no decaen en su totalidad, como parece ser en España. Y tampoco hace falta prorrogar los de años anteriores.

Esta forma de ver diversos temas y partidas debería de ser también en el caso de decretos ómnibus. Nada impide que el decreto en su redacción esté subdividido en capítulos y subtitulares, y que se vote por cada subtitular. Los que no se aprueban se sacan del texto aprobado en espera de que puedan volver a ser presentados de nuevo, seguramente con otra propuesta. Lo que yo veo extraño es que un decreto se considere aprobado por el hecho de ser publicado en el BOE y que tenga que ser validado por el Congreso. O está aprobado o no está aprobado, no aprobado sí, pero con el riesgo de ser desaprobado. Tenemos el caso de las pensiones. Si ya hay una decisión de subir las pensiones una determinada cantidad, no se puede retirar un mes después cuando ya está en función. Si el congreso en su día ya aprobó subir las pensionesde acuerdo al PIB, y cómo se iba a implementar ya no hay cabida para nuevas decisiones del congreso, si no es para hacer un cambio en la decisión tomada.

Si hay asuntos urgentes que no pueden esperar a la decisión de las cortes lo correcto es que una vez que el gobierno los aprueba eso sea ya de una forma definitiva sin perjuicio que con el tiempo la decisión pueda ser modificada o derogada.

Aprovechando el momento al escribir sobre el congreso me parece muy  absurda la forma que hay de “control al gobierno”. De control no hay nada. Miércoles tras miércoles se repiten las mismas preguntas, que en realidad no tienen nada que ver con la función del gobierno, sino con diatribas y opiniones que muy bien pueden hacerse en el bar del barrio, pero que no llevan a ninguna parte. Sería bueno que los diputados, en grupos pequeños, hicieran una visita a otros parlamentos, por ejemplo el finlandés o el sueco, para ver cómo se debate en ellos. No hace falta saber las lenguas, basta con ver cómo actúan los diputados. Ni siquiera hace falta que todos los diputados estén en el hemiciclo, ya que pueden seguir las preguntas y respuestas a través de su monitor interno.

miguel.benito@taranco.eu