Habiendo mayoría para enfrentar una reforma de la constitución el paso siguiente es reflexionar sobre qué puntos se quieren reformar, añadir o quitar.
Mi punto de vista, después de haber vivido 47 años en Suecia, es que sobre todo se deben de reformar los puntos que atañen a elecciones y representación ciudadana. El senado, si se quiere que siga existiendo, debe de restringirse a máximo unos cien senadores (dos por provincia) y ser de representación territorial. Con ello también se facilitaría la proporcionalidad en las elecciones al congreso, a la vez que aún así se podía restringir el acceso al congreso a partidos con un bajo nivel de votos. En Suecia el mínimo es de 4% de votos. El motivo es que de esa forma el partido más pequeño con al menos 14 diputados puede obtener representación en casi todos los comités. Hoy en España vemos que hay partidos con 1, 2 o 3 diputados. Un partido como PNV con 5 diputados repite hasta la saciedad que lo único que a ellos les interesa es Euzkadi. Y yo me pregunto ¿qué pintan en un congreso nacional si solo un tema regional les interesa? Se deberán aburrir la mayor parte del tiempo, a no ser que su propósito sea sabotear la actividad parlamentaria, lo que sí puede acarrear cierto sentido de satisfacción. En Suecia todos los diputados se orgullecen de representar a «todos los ciudadanos», incluso a quienes no les votaron ni pertenecen a su circunscripción.
Según la constitución cualquier cambio puede ser sometido a referéndum si un 10% de los diputados lo piden. Por falta de participación ciudadana que no sea. Yo creo que cambios sustanciales, como el futuro del senado bien valen un referéndum, pero ¿cambios mínimos de algún parágrafo, punto o coma? Esto en Suecia lo han solucionado haciendo que cualquier cambio en la carta magna sea corroborado por dos legislaturas parlamentarias. Esto es, un cambio aprobado en una legislatura no entra en vigor hasta que no se aprueba en la siguiente. Esto permite, primero un cierto tiempo de reflexión, y segundo la posibilidad de arrepentimiento si los electores cambian de opinión y votan candidatos que no están dispuestos a apoyar las propuestas aprobadas en la legislatura anterior.
También sabemos de la preocupación continua de que en el parlamento haya 175 votos contra 175. En Suecia ocurrió entre 1973 y 1976. En caso de empate se decidió por lotería (como en algunos ayuntamientos españoles a la hora de elegir alcalde). Esto se cambió en 1976 haciendo que el número de diputados fuera 349 en vez de 350. Este pequeño cambio también se podría hacer en España para facilitar la gobernabilidad.
Otra peculiaridad de Suecia a tener en cuenta es que quienes son nombrados ministros o secretarios de estado no pueden seguir de diputados. Pueden recuperar su puesto si dejan el ministerio, pero mientras tanto otro diputado ocupa su lugar, con lo que no tienen que dividir su tiempo entre el parlamento y el ministerio, además de que con ello se da una oportunidad a una representación mayor de ciudadanos en política.
No valdría mal que los diputados españoles pasaran una semana de prácticas en otros parlamentos europeos, para beneficio de todos, no solo para aprender sino para intercambiar buenas prácticas.
Miguel Benito
miguel.benito@taranco.eu