Quiénes han ganado
Todos los partidos, de una u otra manera, repiten a la saciedad que han ganado las elecciones. Los argumentos son múltiples, y se ajustan a una realidad que es cuestionable. De todos modos todos parecen partir de que han concurrido a una carrera deportiva y que han sido los primeros en llegar a la meta. Pero las elecciones no son una carrera deportiva, donde normalmente solo los tres primeros logran una medalla y los demás pierden.
En unas elecciones ganan todos los que son elegidos, y en parte también aquellos que quedan de reserva en caso de que algunos de los elegidos dejen sus puestos, algo así como la bancada en partidos de fútbol. En todas las listas que han obtenido al menos un escaño hay un montón de personas que quedan fuera y que no han ganado, por mucho que sus compañeros de lista sí lo han hecho. Esto es algo que obviamos frecuentemente. No por estar en una lista uno obtiene un escaño. Si no lo obtiene no ha ganado, así de sencillo, aunque su nombre esté en la lista más votada. Luego están las listas con las que nadie han logrado ningún escaño. En ese caso todos los de la lista han perdido. Estos dos grupos son los perdedores en unas elecciones. Los demás son todos ganadores.
Una vez acabado el recuento y obtenida el acta de diputado, concejal o lo que sea, todos y cada uno valen lo mismo. No vale decir que como uno está en la lista más votada su voto vale por dos o por tres.
Programas
Hay también un malentendido sobre lo que es y debe de ser un programa electoral. Por ejemplo Cs repite una y otra vez que en su programa electoral estaba el no votar en una investidura a Pedro Sáchez. Eso está bien como una declaración de intenciones. Pero una vez repartidos los escaños los diputados tienen que sentarse y ajustar su programa a los resultados obtenidos. No sirve repetir machaconamente que tal y tal estaba en nuestro programa. Si es posible impedir la investidura de alguien en beneficio de otro sí tiene sentido el apelar al programa. Si al contrario la cerrazón resulta en que nadie queda investido no deja de ser un grave error democrático. Los electores no votan para que nadie logre ser investido, sino para que los diputados elijan uno lo más de acuerdo a las preferencias que resultan de todos los votos juntos. No vale eso de que cada partido diga «este es mi programa y de ahí no me muevo». En este caso lo correcto es que estos diputados abandonaran sus escaños y dejaran a otros legislar.
Mirando los programas desde un punto democrático podríamos pensar que cada partido pudiera hacer real un porcentaje de su programa de acuerdo a los votos conseguidos. Un porcentaje de votos del 20% por ejemplo legitimaría que ese partido realizara un 20% de su programa. Por ello el partido debería empezar priorizando las partes de su programa y negociando con los demás partidos su posible realización.
Miguel.benito@taranco.eu
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