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Dos asuntos de actualidad

La nómina disponible antes de tiempo

Leo en el suplemento Negocios de El País del 23 de abril un artículo titulado “La nómina disponible antes de tiempo”. En sí una buena idea, pero que no debería hacer falta. Porque en realidad no es “antes de tiempo”, ya que sería el pago por un tiempo ya trabajado. Nada impide que las empresas puedan tener una forma de pago de por ejemplo dos veces al mes para todos los empleados, y no solo para quienes lo pidan por necesidad perentoria.
Otra cosa, que todavía estar sin solucionar es que el empleador, por ley, hace una retención de parte del salario para luego entregarlo en lo que eufemísticamente se llama “paga extra” cuando no es más que una paga en diferido. Lo que me explican, cuando cuestiono la forma, es que los trabajadores no son capaces de ahorrar por cuenta propia y necesitan la ayuda del estado o la empresa para hacerlo. Pero ¿no serían mejor 12 pagas en vez de 14 y tener disponible a fin de mes una cantidad superior? Todos hablan de no llegar a fin de mes, pero aceptan que les retengan un 18-20% del salario.

La paga extra tuvo sentido la primera vez en diciembre de 1944 cuando el ministro José Antonio Girón la promulgó como “extra” por la Natividad del Señor, y la de julio a partir de 1947, por la celebración del alzamiento militar de Franco. A partir de ahí los siguientes años dejó de ser extra, ya que era parte del salario ganado.
Sigo sin entender que se quiera conservar una mala práctica del franquismo en la creencia de que sí es una paga extra caída del cielo, que nadie quiere perderse. Reduciendo las pagas a 12 no se cobra menos, se cobra lo mismo en total, pero antes, sin esperar cinco o seis meses. Justo lo que los emprendedores mencionados en El País quieren hacer de otra forma, que además crea una innecesaria dependencia del sistema.

Si hace falta cambiar la ley, para eso está el Congreso y el Senado. Si no quieren cambiarla al menos deberían cambiar la nominación y llamarlas «pagas en diferido».

Corte y pega de los códigos de barras en las farmacias

He leído que los pacientes de la privada ya no necesitan ellos mismos ir con la receta a las farmacias para recoger sus medicinas, sino que las recetas se envían directamente digital a las farmacias, como ha sido el caso en la sanidad pública. Una buena noticia, que ahorra papel entre otras cosas.

Hace tiempo que estoy pensando en por qué en las farmacias cortan los códigos de barras de los envases de los medicamentos, y luego aplican este código con la ayuda de celofán en una hoja de papel, en muchos casos para un solo medicamento, en otros para dos o tres medicamentos, esto es, un papel por persona.
Luego se envían estas hojas a un centro donde se procesa la información, que luego va a la consejería de sanidad para hacer los pagos respectivos a cada farmacia.

Me parece un sistema muy primitivo, quizás válido a mitad del siglo XX cuando no había cajeros digitalizados. Hoy en día toda la información está registrada a través del cajero. ¿Quizás es para que un medicamento no se pueda devolver y recabar el precio total, que no se ha pagado si uno tiene derecho a una reducción o incluso es gratis? Pero para evitar eso debería haber otra forma de actuar, por ejemplo maculando el código de barras con un sello o una cruz, sin necesidad de hacer lo que se hace hoy, usar un cortador de papel, con riesgo a cortarse en la mano si uno se descuida, y sin necesidad de usar una cantidad ingente de papel que luego no sirve para nada. El ahorro sería considerable, no solo en papel, sino también en tiempo por parte de los farmacéuticos, que lo podían usar para otros servicios a los pacientes.

No me imagino que los farmacéuticos hayan estudiado una carrera para usar parte de su tiempo fijando el código de barras en una hoja de papel.
Hace tiempo que pregunté a una consejería de sanidad regional el motivo de este sistema, sin recibir respuesta. Los farmacéuticos tampoco saben el porqué, salvo que es hoy en día la única forma para ellos de cobrar las subvenciones que las autonomías dan por los medicamentos que los pacientes compramos.

Miguel Benito, miguel.benito@taranco.eu

El juego lingüístico de algunos catalanes

Viviendo como he vivido durante muchos años en Suecia, al volver a España me encuentro con un uso del lenguage algo peculiar. Solo unas pinceladas de la influencia catalana en el castellano de hoy, sobre todo en los medios de comunicación:

En un programa de televisión el presentador saluda a los tertulianos con un «buenas noches». Al llegar a saludar a un tertuliano que es catalán, pero vive en Madrid, el director dice «buenas noches, bona nit». ¿Por qué señalar a este tertuliano como alguien diferente a los demás? Para empezar, eso de decir «buenos días, bon día» o «buenas noches, bona nit» a cada momento que uno se encuentra con un catalán parece excesivo. La fórmula «Buen día» también existe en castellano y se usa de vez en cuando, pero ¿repetir el saludo?

Lo correcto en todo caso es que si uno quiere ser cortés con un catalán le diga «bon día», sin repetir el «buenos días», ya que eso ya está dicho. La persona catalana por su parte podría responder con un «buenos días» en castellano, si la conversación es en castellano, y no repetir el doble saludo. Ahí lo dejo.

Otro caso que me sorprende contínuamente es que se diga «gobierno» y «govern» al referirse al gobierno central como «gobierno» y al catalán como «govern». Cuando yo leo en catalán noticias en que se hace referencia a ambos gobiernos, ambos son denominados «govern», lo que es correcto en catalán. ¿Por qué inventarse una regla en castellano por la que el gobierno catalán no es gobierno sino «govern»? Parece que vivimos, como se suele decir, en Absurdistán. No creo que a nadie se le ocurra decir «el gobierno de España y el government del Reino Unido». Lo mismo atañe al título «president». Está bien que se diga así en catalán, y los catalanes así lo dicen al referirse también al presidente de cualquier institución fuera de Cataluña. Pero ¿por qué no podemos decir en castellano «presidente» al referirnos al presidente catalán o valenciano? Ahí lo dejo.

Los nombres de ciudades y regiones han también tenido un cambio significativo, y a veces algo absurdo. Los catalanes han logrado que en castellano se diga y escriba Girona y Lleida, por ejemplo, mientras que ellos mismos en catalán dicen y escriben Saragossa, Osca, Castella i Lleó, Algesires, Cadis, etc. Esto me parece muy bien, cuando se usa el catalán. Pero, ¿por qué en castellano no seguimos la misma regla y usamos los nombres que ya existen en castellano, como Gerona, Lérida? Es algo que no entiendo. Ahí lo dejo.

La misma situación parece que hay con el término «Catalunya», que está usándose más y más en los medios en castellano. En catalán escriben «Espanya», y es correcto en esa lengua. Pero, ¿por qué tenemos que escribir «Catalunya» si en castellano se llama Cataluña? Los mismos catalanes escriben «Catalonia» si escriben en inglés, o «Katalonien» si escriben en alemán o sueco. ¿Por qué no es válido para el castellano escribir Cataluña? ¿Tiene el castellano un trato diferente al alemán, sueco o inglés? En algún tuit en el que yo escribí «Cataluña» me llegó algún comentario de que tenía que escribir «Catalunya». Estas mismas personas escriben Castella i Lleó cuando escriben en catalán, sin usar la forma castellana, Castilla y León, que sería lo consecuente de acuerdo a sus propios principios. Así es cómo a veces algunos malinterpretan la defensa de su lengua propia. Ahí lo dejo.

Hay multitud de situaciones donde se puede apreciar la incongruencia entre lo que los catalanes piden de los hispanohablantes y lo que ellos mismos practican. Un ejemplo es cuando los catalanes dicen y escriben «palau reial de Madrid», pero ponen el grito en el cielo si yo escribo por ejemplo «Palacio de la Generalidad de Cataluña», que es la denominación correcta en castellano. Obviamos incluso que hay otra generalidad en España, y que por ello se debería precisar a cuál de ella nos referimos.

Otro caso es la denominación de «consejero» del gobierno catalán, que han logrado que digamos y escribamos «conseller», cuando el término consejero es común en todas las comunidades autónomas cuando hablamos y escribimos en castellano. Pero estos mismos consejeros, que no quieren ser tales, en cuanto salen al extranjero presentan sus credenciales con el título de «ministro» (minister en inglés), que no lo son en absoluto.

Me sorprende que algunos políticos catalanistas hablen de «represión de la lengua», cuando lo que están haciendo es imponer una expansión de formas de uso del catalán a toda España, desde Gerona a Algeciras.

miguel.benito@taranco.eu

La relatividad del tiempo

Leo un anuncio en la prensa de una marca de relojes que dice:

«El reloj recibe, via ondas de radio, la señal generada por un reloj atómico. La precisión es absoluta, con una tolerancia de 1 s. cada 10 millones de años.»

La primera pregunta que me surge es quién puede necesitar llevar esa precisión total en una de sus muñecas. La segunda, y más interesante, es saber si el tiempo o la hora es tan absoluta como puede parecer. Se me ocurre un ejemplo sencillo: dos personas van a tomar el tren, una llega a la estación un minuto antes de partida, y la otra un minuto después de que el tren ha partido. Son dos minutos de diferencia según el reloj. Pero la consecuencia es que quien ha llegado un minuto después tendrá que esperar al próximo tren, y si este viene una hora más tarde ese minuto en realidad vale por 59 minutos de diferencia con el que había cogido el tren a tiempo.

Algo parecido pasa con el horario de verano y el de invierno. Para demostrar que es un sinsentido nada mejor que seguir el horario solar que la televisión pública sueca publica con el tiempo una vez por semana. Se ilustra al sol despertándose por la mañana y acostándose por la noche, con tres horarios diferentes el mismo día, uno para el norte de Suecia, otro para el centro y otro para el sur. La diferencia entre los tres puntos y dependiendo de qué mes puede ser de varias horas. Entonces ¿qué sentido tiene cambiar el horario? En España deberían las redacciones televisivas de El Tiempo hacer algo parecido. Veríamos que entre Barcelona y La Coruña hay una diferencia de 42 minutos por la mañana este próximo sábado 25 de marzo (43 minutos por la tarde), también entre San Sebastián y Tarifa hay diferencia, aunque quizás no tanta, 17 minutos por la mañana (12 minutos por la tarde).  Se puede comprobar en «eltiempo.es». Cuando la cabalgata de Barcelona el día 5 de enero se estaba retransmitiendo en directo por la TV ya era oscuro, mientras que en Calpe seguía luciendo el sol. Y ambas ciudades están en la costa oriental.

El efecto de adelanto o retraso de una hora en verano y en invierno tiene además un efecto en un sentido o en otro solo la mitad del tiempo que sigue al cambio, ya que luego el día vuelve a ser más largo o más corto.  A la vez obliga a todo el mundo a cambiar sus relojes dos veces por año, en aras de un valor añadido que realmente está por demostrar. Cada vez que cambiamos al horario de verano se menciona lo que nos ahorramos, pero todos los años es la misma cifra de ahorro. Los propagandistas del cambio de horario ya ni se preocupan de hacer nuevos estudios.

Podemos ser críticos  a las decisiones tomadas a nivel europeo, y lo debemos de ser, precisamente para salvaguardar lo más importante, y suprimir lo superficial, que muchas veces crea problemas innecesarios. Para algo tenemos más de 700 diputados en el parlamento europeo. Algo tendrán que hacer, pero que lo hagan bien.

Miguel Benito

La Cataluña de la deriva

Cuando dentro de unos años los historiadores estudien el tiempo en que vivimos se preguntarán, no sin motivo, cómo fue posible el trajín de postulados que hacían suyos los líderes de una de las regiones españolas más respetadas y conocidas.

Quiero empezar con un par de reflexiones sobre dos fenómenos en los que la generalidad de Cataluña es responsable. Uno es la foto que cada martes, religiosamente, se hace el presidente Puigdemont solo o acompañado de camino a la reunión rutinaria de su consejo.  ¿Hay algún otro presidente de provincia, región o país del mundo, salvando las dictaduras, que se fotografíe de camino a su trabajo semanal, y que publique la foto en Twitter?
El otro punto irritante es la lengua usada en la página web del gobierno catalán, govern.cat, que desde hace casi dos años ha dejado de publicarse en castellano y solo se puede leer en catalán o en inglés, sabiendo que el 50% de los catalanes son hispanohablantes.

Y ahora a las noticias:

1) El primer caso es del 30/11, propuesta de diálogo de Puigdemont :

President Puigdemont: «Volem dialogar amb l’Estat amb una condició, que no hi hagi condicions»
El cap de l’Executiu afirma que el diàleg anunciat pel Govern espanyol “no s’està produint” i reclama la bilateralitat en les negociacions perquè “ens hem guanyat amb justícia el dret a ser reconeguts”
Carles Puigdemont subratlla que el 75% dels nous pressupostos són despesa social i critica que l’oposició estigui “obsessionada amb el 0,02%” dels comptes que corresponen a l’organització de consultes
El president reitera que no assistirà a la Conferència de presidents autonòmics prevista per parlar del finançament autonòmic perquè aquestes reunions “no serveixen per a res”

El sr Puigdemont pide que no haya condiciones, para a renglón seguido exigir «bilateralidad» en las negociaciones, porque se lo han ganado así sin más, a la vez que él se niega a acudir a la conferencia de presidentes autonómicos. El motivo parece ser obvio, el sr Puigdemont no quiere ser uno más.  En cuanto al sueldo sabemos que está muy por encima de todos los presidentes, incluso el del gobiern ode España. Esto no implica que trabaje mejor o que sea el mejor para Cataluña, simplemente se apropia de un dinero de los contribuyentes que en parte deberían ir a otras cosas.

También sabemos, por la multitud de declaraciones, que el sr Puigdemont dice que habrá referéndum sí o referéndum sí. ¿No hay condición más condicionante que esta? Y además se queja de que la propia oposición en el parlamento catalán no contempla legal la asignación del 0,02% del presupuesto para esta consulta, como si la ínfima cantidad procentualmente hablando legitimara malversación de los impuestos pagados por los catalanes.

2) El segundo caso viene a cuenta con motivo del informe de PISA el miércoles 7/12 sobre la educación.  El gobierno catalán presenta el informe de una manera muy original:

Noticia 184: Catalunya és el país de la Unió Europea i de l’OCDE que millora més en competència científica a les proves PISA
Per primer cop, Catalunya se situa per sobre de la mitjana d’Espanya, de la Unió Europea i de l’OCDE en les tres competències avaluades
La consellera d’Ensenyament, Meritxell Ruiz, expressa satisfacció per uns resultats “que demostren que la transformació educativa del país en el marc de la LEC, les polítiques educatives i la feina de docents i centres van en la bona direcció”.

No deja de ser llamativo el que en el titular Cataluña se considere país de la Unión Europea y de la OCDE.  Si cambiamos Cataluña por Navarra o Castilla y León entendemos el saltomortal que los dirigentes de la generalidad catalana hacen al vacío. El problema es que quienes solo leen la noticia filtrada por la generalidad adquieren con el tiempo una visión retorcida del concepto de país.

El segundo titular es correcto, pero a la vez mentiroso, ya que habla de que los resultados de Cataluña están por encima de la mitad de España, pero obvia que hay otros países (como Castilla y León, Navarra o Madrid, países según la terminología catalana) que están por encima de los resultados de Cataluña. Con ello el éxito no es tan grande como parece.

 

Miguel Benito

miguel.benito@taranco.eu

Voluntariado y recogida de alimentos

Hace unos días se hizo una recogida de alimentos por toda España para ayudar a los menos favorecidos. El número de voluntarios para hacer el trabajo era considerable, y todos se sentían satisfechos por el trabajo.

Pero, pensándolo bien: ¿qué sentido tiene que uno vaya a un supermercado, compre a precio normal un producto y luego lo deje en manos de los voluntarios para que primero hagan un sorteo por categoría y luego lo transporten a los bancos de alimentos existentes?

¿No sería mejor colectar dinero, y con ello comprar directamente a precios reducidos una mayor cantidad, y además los productos realmente necesarios a cada momento? Algunos dirían que la solidaridad no sería la misma y la recaudación sería baja.

Valdría la pena cambiar de forma y que los bancos de alimentos publicaran el número de sus cuentas bancarias para que los donantes puedan elegir entre comprar alimentos a una cadena, con el beneficio para esta y enviar dinero que los bancos de alimentos pueden usar mucho mejor.

Yo por mi parte sigo sin entender que nuestra solidaridad pase primero por ayudar a las empresas que regentan los supermercados a mejorar sus cuentas de venta. Hay un productor que practica el sistema de puntos al comprar ciertos productos, y que esos puntos son cancelables por descuentos al comprar un nuevo producto, pero que se pueden donar para el banco de alimentos a la vez que el productor se compromete a añadir un 50% a la donación. Esta forma de donar sí es interesante, ya que no obliga al donante a ir al supermercado a comprar un producto y depositarlo luego en los carros solidarios obligando a un ejército de personas solidarias a hacer un resorteo de los productos.

También lo he visto en recogida de productos para refugiados en países lejanos. Aparte de la inseguridad en saber de qué productos  realmente están necesitados existe el coste desproporcionado en el transporte, que consume un valor importante de dinero que podía usarse mejor comprando los productos cerca de los campos de refugiados, lo que a la vez beneficiaría a la producción local, que seguramente también lo necesita para sobrevivir.

Creo que debemos repensar la estrategia. Hay muchos actos solidarios que se pueden hacer sin este trajín de mercancías, que benefician más a las empresas que a los necesitados. Podemos participar en comedores solidarios, lo que muchos ya hacen; o en acompañar a personas en necesidad de ayuda a hacer actividades que les hace vivir en ese momento, convivir sencillamente.

Y cómo no, donar dinero para que las organizaciones de voluntariado puedan hacer su labor allí donde hace falta y allí donde la sociedad pública, por desgracia, se desentiende.

Miguel Benito

 

El arte de complicar

A veces se sorprende uno al ver la complejidad innecesaria de un comunicado. Ante un corte de luz una empresa bien conocida escribe una nota a la puerta del edificio con este texto:

«corte de luz de 13/11/2016 04:00 a 13/11/2016 04:30 horas y de 13/11/2016 10:00 a 13/11/2016 10:30 horas»

que se podía escribir mejor:

«corte de luz el domingo 13 de noviembre de 04:00 a 04:30 y de 10:00 a 10:30 horas»

Radio Nacional

Y qué decir decir de Alfredo Menéndez, director del programa las mañanas de RNE, que día tras día, semana tras semana, a eso de las 8:05 repite a toda velocidad

«y mientras otros opinan nosotros contamos noticias»

¿Hay una frase más vacía, sobre todo sabiendo que pasados 25 minutos él mismo se dedica a opinar?

Numeración de espera o de autobuses

En un hospital valenciano se ha instalado un sistema de cola algo especial. Al llegar a la entrada hay varios «kioskos» (así se llaman) donde introduciendo la tarjeta SIP el visitante recibe un número X3Z, B7H, F4L o algo parecido, sin ninguna referencia a los números que los siguientes visitantes puedan recibir, aunque sea para ir al mismo doctor. Esto hace que cada vez que suena un timbre anunciando un nuevo número todos tienen que mirar si es el suyo. Y como las combinaciones letras mayúsculas y número intermedio son difíciles de memorizar tienen que mirar el papelito con bastante frecuencia hasta que sale el suyo. Luego en el monitor aparece el número de la papeleta y la sala de la visita, esta con la letra C y un número, C4, C21, cuando sería suficiente escribir 4, 21, etc. En todos los pisos del hospital las salas de consulta son C, así que si uno está en un piso diferente a donde se llevará la consulta puede quedar bastante confuso.

Esto de añadir información superflua se ve en muchos otros casos. En una ciudad alicantina hay dos lineas de autobuses. La una se llama L1 y la otra L2. ¿Por qué no poner 1, resp. 2, sin más? La L además de estar de sobra dificulta la lectura al ver pasar el autobús.

Presupuestos detallados al último céntimo

Otro ejemplo de cómo nos gusta complicar las cosas es la notificación de presupuestos para una obra pública. Primero que nada, un cartel a veces más grande que la obra a realizar. Luego la suma asignada al proyecto: puede ser de 494.538,88 (en Calpe) o de 2.971.432,52 (en Gandía). ¿No sería más fácil escribir 494.500 euros y 2.970.000 euros, o 3 millones sin más? ¿Qué importancia tienen los 38,88 euros o los 52 céntimos de euros para que tengan que mencionarse?

Bona tarda, buenas tardes

En los últimos tiempos se está haciendo frecuente en los medios televisivos en español el saludo «bona tarda, buenas tardes» si el entrevistado es catalán. Mi opinión es que si se dice por cortesía «bona tarda» esto sería suficiente. Al repetirlo en castellano deja de ser cortesía, no es más que un aumento de palabras inútiles. Lo lógico es que el aludido respondiera «buenas tardes» y así devolver la cortesía mostrada. Pero no, él también repite «bona tarda, buenas tardes». Es muy cansino.

miguel.benito@taranco.eu

Las farmacias españolas

En un artículo de Emilio de Benito sobre Jesús Aguilar en El País el domingo 25 de septiembre  con el titular «Pese a la crisis, en 2015 se abrió una farmacia cada día» se puede leer entre otras cosas:

“Cuando se dice que la receta electrónica ha ahorrado a los médicos de Castilla y León un 27% de su tiempo, hay que pensar dónde ha aumentado, y es en las farmacias.»

Ciertamente el sistema es primitivo. Teniendo receta electrónica, teniendo caja electrónica, es difícil de entender que el farmacéutico se dedique a cortar con una cuchilla el código de barras, y fijarlo en una hoja de papel. Preguntando el motivo me explican que es la única manera de cobrar de la comunidad autonómica. Pero la información ya está en forma digital. ¡Qué cantidad de papel para nada! Además de que hay que enviarlo a una central, donde por lo visto alguien tiene que escanear hoja por hoja la información de los códigos que ya tienen.

Otro problema con las recetas es que la mayoría de las medicinas se dispensan para como máximo un mes, cuando no dos semanas. Se puede entender en algunas medicinas que pueden ser peligrosas si se toman en gran cantidad. Pero la mayoría no son así. Para un enfermo crónico que necesita 4 o 5 medicinas diferentes lo problable es que tenga que acudir a una farmacia cada dos semanas. Hay un plazo de 10 días para recoger una medicina, lo que impide que se pudieran enlazar dos períodos. Si se está de viaje la medicina no se puede recoger por adelantado, ni tampoco si uno se ha atrasado demasiado. También existe el problema de que las recetas de una región no pueden usarse en otra. En caso de necesitar una receta fuera de su comunidad uno tiene que dirigirse a un médico para que le haga una nueva. En Suecia uno puede recoger las medicinas para tres meses, y en cualquier parte del país, lo que hace que sea suficiente con 4 o 5 visitas a la farmacia al año, en vez de 24 como en España. Las recetas valen un año en general, y la medicina no recogida en el primer trimestre puede recogerse en el segundo. No se puede recoger por adelantado, como tampoco en España, pero con una excepción: presentando un billete de viaje se pueden retirar las medicinas con antalación.

Estas dos cosas, el tener que cortar con una cuchilla el código de barras, y el que haya que acudir a la farmacia cada dos semanas, se podrían solventar rápidamente y con ello ahorrar tiempo y dinero a la administración, a la farmacia y tiempo y molestias también al paciente.

El señor Jesús Aguilar explica en el artículo de El país, escrito por E. de Benito, que hay cerca de 22.000 farmacias en España. El motivo es que se desea que sean de fácil acceso. Eso está bien, pero no se entiende que haya más de cinco farmacias en un radio de cinco minutos andando, y que si andamos diez minutos el número de farmacias se puede duplicar. Claro que si los usuarios no necesitan ir más de 5 veces al año en vez de 24 el número de farmacias no necesitaría ser tan grande. Pero tampoco, aunque los usuarios tengan que ir 24 veces al año, hace falta que estén a dos minutos de distancia entre sí.

Miguel Benito

miguel.benito@taranco.eu

 

«Casos y casas de corrupción»

Hoy en una entrevista en radio nacional a una representante gallega de Podemos pude escuchar primero la frase «todos y todas», para un poco más tarde escuchar «casos y casas de corrupción».

La obsesión por separar los géneros entre quienes dicen hablar por la igualdad de género llega a fórmulas más que inusitadas. Al decir «todos y todas» estamos diciendo «la mitad de todos y el total de todas». Absurdo matemáticamente. Se me ocurre que con el tiempo lleguemos a poner dos letreros en dos piscinas, el uno con el texto «piscino reservado para todos» y el otro «piscina reservada para todas», como si estuviéramos en la Arabia saudí. Hay otra fórmula igual de peregrina usada por quienes dicen «nosotros y nosotras». ¿En qué género se incluye el que habla? Lo lógico si se quiere separar por género sería «nosotros y vosotras», o «nosotras y vosotros».

«Casos y casas de corrupción» muestra que se ha perdido totalmente el sentido del valor de las palabras. Casi todos sabemos que «caso» no tiene forma femenina, pero la entrevistada no tuvo problema en decir «casos y casas de corrupción». ¿Cuál será la siguiente fórmula? ¿Diremos «los congresistos y las congresistas»? La pregunta no es supérflua. No hace poco otro político decía «miembros y miembras». Hay multitud de palabras con forma femenina pero que son válidas para ambos géneros, por ejemplo electricista, socialista, finalista. A nadie, de momento, se le ocurre decir «el finalisto y la finalista», o «el socialisto y la socialista».

Oímos con frecuencia «los niños y niñas», suprimiendo el artículo «las» en la segunda parte. Formalmente significaría que queremos decir «los niños y los niñas».  Me pregunto además cómo se traduce «todos y todas» al inglés y a otras lenguas: ¿»all and all»?

Tampoco tiene sentido distinguir el género en toda ocasión. Cuando continuamente hablamos de igualdad de género en la vida social nos empeñamos en crear desigualdad de género en el lenguaje. Me sorprende que quienes continuamente, a tiempo y destiempo, hacen hincapié en ambos géneros en la práctica están recordándonos que no están por la igualdad de género. Lo mismo parece ser la costumbre española de hoy de que los hombres besen a las mujeres sin conocerlas, y que las mujeres besen a hombres y mujeres. Viendo algunos actos por la tele me sorprendo del zigzag que significa esos besos a unos y a otros. ¿Esto es igualdad, cuando hay diferencia de trato por el género? ¿No sería suficiente darse la mano sin distinción de género?

La expresión «lenguaje inclusivo» no parece ser muy correcta, más bien al usar los dos géneros, y en algún caso un tercero, lo que hacemos en enfatizar las diferencias, por ende yo lo denominaría  como «excluyente». Bien es cierto que hay una desigualdad entre hombres y mujeres desde tiempos atávicos, pero no se soluciona repitiendo ambos géneros, sino buscando términos que son comunes para ambos géneros cuando esto es posible. Si decimos «las personas» no nos referimos a ningun género específico. Hay multitud de palabras que pueden ayudar a ser inclusivos sin ser repetitivos.

Miguel Benito

miguel.benito@taranco.eu

Demografía, una asignatura pendiente

Hace unos días el INE dió la noticia de que nacen menos niños que personas que mueren. Esto se interpretó en la prensa como que la población «envejece». ¿Cómo es posible? ¿No debería ser al revés? Si más mayores mueren la población se rejuvenece. Bueno, esto tampoco es verdad.

La verdad es que el envejecimiento depende sencillamente del aumento de edad de los que vivimos. Si la edad media de vida aumenta decimos que la población envejece.

El problema es que luego asociamos el envejecimiento de la población y la disminución de la natalidad a una sociedad en situación delicada, cuando en parte deberíamos de alegrarnos por ambas cosas. Para una sociedad y un planeta sostenible es realmente necesario que la cuota de natalidad baje. No podemos seguir creciendo indefinidamente. Lo importante es que quienes vengan después de nosotros puedan tener una vida digna. La sostenibilidad del planeta depende de que hagamos un uso inferior de los recursos existentes.

También hay quienes creen, cuando dicen que la población envejece, que el coste del envejecimiento en forma de servicios para los mayores no se puede asumir si no nacen más personas. Nada más equivocado. Primero que nada, si hay menos niños también hacen falta menos personas que se dediquen a ellos en escuelas, hospitales, cuidado en casa, etc. por lo que las personas que sobran para esas tareas podrían dedicarse al cuidado de los mayores. Nos olvidamos que al menos los 25 primeros años de vida dependemos de otros para nuestra subsistencia, al menos en los países de la UE hoy día.

Segundo, con una disminución de la natalidad el número de viejos a largo plazo también disminuye, aunque aumente la expectancia de vida, por lo que el problema en ese sentido es temporal. También, gracias a los avances médicos, la necesidad de cuidados no aumenta exponencialmente al número de mayores.

Olvidamos que la población en España se ha duplicado en los últimos sesenta años. En otros países se ha triplicado, incluso cuadruplicado. Si queremos un mundo mejor donde todos tengan una vida digna no podemos estar pensando en aumentar la cantidad de parados y la cantidad de mayores de 65 años que no pueden llamarse pensionistas porque no cobran ninguna pensión. Muchos se preguntan quiénes cuidarán a los mayores de edad en el futuro. La pregunta es más bien, quiénes los cuidan hoy. Si somos incapaces como sociedad de dar trabajo al 21% de la población en edad activa y de ayudar con pensiones a un buen número de mayores de edad, ¿porqué esa obsesión por el número bajo de nacimientos?

Hay otro aspecto que obviamos, y es el cambio climático. Todos están de acuerdo que la acción del hombre en uno u otro sentido es decisivo. Un aumento de la población dificulta cualquier intento de solución, ya que cada persona significa un consumo de energía y recursos. Por ello el cambio climático no puede desasociarse del aumento de población. Una disminución paulatina de la población debe de ser recibida con buenos ojos.

Miguel Benito

Comentarios a miguel.benito@taranco.eu

 

Google nos da y nos roba

Google cierra Google News para España.

Google es un ejemplo de empresa multinacional que arrasa todo. Ciertamente nos beneficiamos todos de muchos de sus servicios. Pero a la vez somos sus esclavos.

Mi experiencia sobre Google se remonta a los inicios de su andadura. Entonces repartía Google bonos si las páginas web hacían enlaces a Google para que los visitantes de la página pudieran usarlo como buscador.  Pues bien, al cabo de un tiempo, cuando Google ya estaba consolidado, empezaron por lo visto a suprimir los bonos, no a rebajarlos como hubiera sido comprensible.

El argumento para suprimir los bonos era que el propietario del dominio usaba él mismo el enlace a Google desde su página, cosa que estaba prohibida. En mi caso yo era el responsable, sigo siéndolo, de una página de una ONG y puedo certificar que no existía ese uso abusivo que Google dijo. Incluso siendo yo el único responsable y el único que usaba el dominio como tal, estaba en ese tiempo de vacaciones y no usaba el dominio más que esporádicamente. De nada sirvió pedir a Google explicaciones en qué fundaban sus quejas. Ninguna respuesta. La misma táctica que ahora tienen con los editores de prensa española.

En mi caso tuve luego que ir retirando los enlaces a Google uno a uno, lo que me llevó un buen tiempo. Seguro que aún queda algún enlace sin retirar. En realidad si nuestra organización hubiera pagado a alguien para hacer este trabajo nos hubiera costado más que lo que recibimos de Google.

Un robo a toda regla, es la única conclusión que puedo sacar. Espero que los editores españoles no se dejen robar.

Miguel Benito