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«Casos y casas de corrupción»

Hoy en una entrevista en radio nacional a una representante gallega de Podemos pude escuchar primero la frase «todos y todas», para un poco más tarde escuchar «casos y casas de corrupción».

La obsesión por separar los géneros entre quienes dicen hablar por la igualdad de género llega a fórmulas más que inusitadas. Al decir «todos y todas» estamos diciendo «la mitad de todos y el total de todas». Absurdo matemáticamente. Se me ocurre que con el tiempo lleguemos a poner dos letreros en dos piscinas, el uno con el texto «piscino reservado para todos» y el otro «piscina reservada para todas», como si estuviéramos en la Arabia saudí. Hay otra fórmula igual de peregrina usada por quienes dicen «nosotros y nosotras». ¿En qué género se incluye el que habla? Lo lógico si se quiere separar por género sería «nosotros y vosotras», o «nosotras y vosotros».

«Casos y casas de corrupción» muestra que se ha perdido totalmente el sentido del valor de las palabras. Casi todos sabemos que «caso» no tiene forma femenina, pero la entrevistada no tuvo problema en decir «casos y casas de corrupción». ¿Cuál será la siguiente fórmula? ¿Diremos «los congresistos y las congresistas»? La pregunta no es supérflua. No hace poco otro político decía «miembros y miembras». Hay multitud de palabras con forma femenina pero que son válidas para ambos géneros, por ejemplo electricista, socialista, finalista. A nadie, de momento, se le ocurre decir «el finalisto y la finalista», o «el socialisto y la socialista».

Oímos con frecuencia «los niños y niñas», suprimiendo el artículo «las» en la segunda parte. Formalmente significaría que queremos decir «los niños y los niñas».  Me pregunto además cómo se traduce «todos y todas» al inglés y a otras lenguas: ¿»all and all»?

Tampoco tiene sentido distinguir el género en toda ocasión. Cuando continuamente hablamos de igualdad de género en la vida social nos empeñamos en crear desigualdad de género en el lenguaje. Me sorprende que quienes continuamente, a tiempo y destiempo, hacen hincapié en ambos géneros en la práctica están recordándonos que no están por la igualdad de género. Lo mismo parece ser la costumbre española de hoy de que los hombres besen a las mujeres sin conocerlas, y que las mujeres besen a hombres y mujeres. Viendo algunos actos por la tele me sorprendo del zigzag que significa esos besos a unos y a otros. ¿Esto es igualdad, cuando hay diferencia de trato por el género? ¿No sería suficiente darse la mano sin distinción de género?

La expresión «lenguaje inclusivo» no parece ser muy correcta, más bien al usar los dos géneros, y en algún caso un tercero, lo que hacemos en enfatizar las diferencias, por ende yo lo denominaría  como «excluyente». Bien es cierto que hay una desigualdad entre hombres y mujeres desde tiempos atávicos, pero no se soluciona repitiendo ambos géneros, sino buscando términos que son comunes para ambos géneros cuando esto es posible. Si decimos «las personas» no nos referimos a ningun género específico. Hay multitud de palabras que pueden ayudar a ser inclusivos sin ser repetitivos.

Miguel Benito

miguel.benito@taranco.eu

La política endiablada

 

No queda duda, oyendo los debates diarios en las televisiones, y leyendo los periódicos, que hay una falta de liderazgo y de norte en la política española. Muchos años de bonanza y dejadez han dejado un país que ya no quiere conocerse a sí mismo.

Lo peor es que el lenguaje político está tan corrompido o más que la propia corrupción económica, que ya como tal es suficiente para que muchos de los políticos que todavía siguen en sus cargos hubieran dejado la política por vergüenza, al menos.

Justo hoy, cuando se publica la encuesta del CIS, sale el partido popular anunciando que el presidente Rajoy ha mejorado en la apreciación de los ciudadanos. El problema es que aún así sigue siendo Rajoy el político peor valorado. ¿Por qué entonces se empeña el PP en destacar que ha mejorado? ¿No sería mejor dejarlo pasar, y realmente intentar algo real para que la ciudadanía le aprecie? No, eso ya es más difícil.

Otra frase que se repite continuamente es que «los españoles han  votado a Rajoy». A Rajoy solo le votaron una parte amplia, pero minoritaria, de los madrileños. Los demás han votado, en caso que fuera al PP, solo a 136 diputados además de Rajoy en Madrid. Los españoles lo que han votado en su conjunto es a 350 diputados, y de estos solo 137 son del  PP. Esto es, los españoles han votado en mayoría a otros partidos. Lamentablemente, al no ponerse de acuerdo los demás partidos, parece como si esta minoría de 137 tuviera todos los derechos del mundo a gobernar. Y no los tiene, por mucho que incluso otros partidos como el PSOE digan que ahora «es el tiempo de Rajoy». Es el tiempo de todos. Y si no, ¿por qué les hemos elegido? Que el rey haya pedido a Rajoy intentar formar gobierno no debía ser obstáculo para que otros partidos intenten otra fórmula desde ya, sin esperar a que Rajoy fracase o se abstanga. Más teniendo en cuenta que han  declarado que no le van a votar.

Yo soy de los que creen que estando las cosas como están, y viendo que no quieren trabajar por otra alternativa, lo mejor es dejar que el PP gobierne, o mejor dicho, que «ejecute». Decimos que el rey reina pero no gobierna. Deberíamos poder decir también que el gobierno «ejecuta» pero no gobierna. El gobernante debería ser el parlamento. En este caso tenemos una ocasión dorada para retirar del gobierno algunas de las prerrogativas que tiene hoy, igual que se ha hecho con la monarquía.

Habiendo en el congreso una mayoría en contra del PP, no habría dificultad en que prácticamente todas las leyes que se aprueben fueran dictadas por los demás partidos y no por el PP. Una ocasión dorada. Ya sé que algunas leyes no pasarían el ojo del senado, pero las leyes que busca el PP y que son nefastas tampoco pasarían el congreso, y eso es más que suficiente. Si luego ese gobierno del PP no está de acuerdo en que el congreso le corte las alas y le imponga unos presupuestos diferentes, tiene, claro está, la posibilidad de dimitir y anunciar nuevas elecciones.

Leyes que urgen, y que el PP tendría dificultad en negarse a ejecutar si se aprueban, son por ejemplo una reforma de la ley electoral. No se entiende que el número de votos no se corresponda con el número de escaños. Cuando PSC con 16% de votos en Cataluña tiene menos escaños que CDC con 13 % de votos algo está mal. Y eso incluso en la misma región.

En Suecia se puede votar a un diputado en forma similar a la votación del senado en España, marcándolo especialmente en la papeleta. También existe la posibilidad de que un candidato se presente en todas o algunas de las listas del país. Es frecuente que el número 1 y algunos otros de un partido están en todas las listas. Así sí que podemos decir que alguien ha sido votado en todo el país, y no solo por unos cuantos. Hubiera sido interesante ver si a Rajoy le votarían en otras regiones y provincias.

El parlamento parece estar de vacaciones estos días. Sería una buena oportunidad para que una mayoría de diputados visitara durante una semana otros parlamentos europeos y de otros continentes y estudiara las diferentes formas de hacer política. Con ello podrían traer nuevas experiencias que podrían trasladarse en nuevas formas de trabajar. Seguro que también podrían aportar algo nuevo a los parlamentos que visitaran, «dar y recibir».

Finalmente, el mantra de la «creación de empleo». Para mí significa que se ha creado un nuevo puesto de trabajo que o no existía, o que se había perdido por la crisis. Lo que no puede ser creación de empleo es que varios trabajadores ocupen hoy un puesto de trabajo que antes se cubría por una sola persona. Eso es destrucción de empleo. En Suecia la ratio de empleo se mide contando las horas trabajadas. Hay un número de horas general por año, pero también por tipos de trabajo. Dos personas trabajando a media jornada significan un puesto de trabajo. Si solo trabajan 10 horas a la semana, en términos generales hacen falta cuatro personas para un empleo o un puesto de trabajo. Esta forma de presentar la estadística nos daría una visión más realista de si estamos creando empleo o más bien «destruyendo empleo».  No digo nada sobre el papel del sueldo, porque eso sí se entiende. No podemos aceptar de ninguna manera tener esclavos en nuestra sociedad. Desgraciadamente muchos trabajadores están ya incluídos en esa categoría.

Miguel Benito

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@caracena10