Archivo por meses: julio 2016

No existe paga extra, sino paga en diferido

En estos días se habla de pagas extras, sobre todo en relación a la que los pensionistas reciben en julio y diciembre, y para las que el PP parece no tener la previsión necesaria, y acude al fondo de reserva de las pensiones pensados para otras situaciones.

Mirando el fondo de la cuestión vemos que los trabajadores reciben una paga mensual, o en algunos casos cada dos semanas, por el trabajo realizado. Pero no reciben todo el sueldo ganado. Parte del salario es retenido por el empresario para abonarlo en julio o en diciembre. Y la pregunta es ¿por qué?

En una charla que daba un alto dirigente sindical pregunté por qué los trabajadores querían tener una paga extra, en vez de cobrar su sueldo periódicamente sin retenciones por la patronal. La respuesta que recibí es que si se preguntara en una encuesta la mayoría optaría por que el patrono les retuviera el dinero ganado y se lo diera «en diferido». Esto es, preferimos creernos que el patrono nos regala dinero.

La paga extra sí fue algo «extra» la primera vez que se hizo, allá por 1947, por el ministro franquista del Trabajo José Antonio Girón. La segunda vez quizás también. Pero luego ya era parte del salario y dejó de ser extra para convertirse en salario retenido y pagado en diferido.

Me pregunto los problemas administrativos que conlleva esta retención de una parte del salario durante cinco meses. Muchos dejan el trabajo, se mudan, mueren, y seguro que esas retenciones dejan de abonarse a quien corresponde. Sabiendo la morosidad con la que se cobran ciertas cosas no me sorprendería que sea un negocio para el patrono, aparte de la liquidez engañosa que supone tener dinero en caja, si es que el patrono al menos es prevenido y no se deja sorprender.

Viendo como se tratan ahora las pensiones parece que ciertamente está instalado en la sociedad el sentido de que es algo extra y por ello ni siquiera está en el presupuesto de las pensiones y por ello se acude al fondo de reserva de las pensiones, que a este paso se vaciará como más tardar en 2017. Si los pensionistas, y todos los trabajadores, cobraran su sueldo mensual íntegro, sin recortes, no se podría hablar de extra, salvo que realmente lo fuera.

Personalmente no tendría nada en contra de que quien todavía quiera sorprenderse con una paga extra me enviara lo correspondiente a la retención hecha por el patrono y yo lo colocaría en un fondo de donde pagarles, por sorpresa, cada seis meses. Esto es, más o menos, lo que parece que una mayoría quiere. Aunque quizás más bien sea por ignorancia, dejadez, o conformidad con un orden establecido que favorece al pagador, no al cobrador.

¡Y así va España!

Miguel.benito@taranco.eu

 

 

 

Demografía, una asignatura pendiente

Hace unos días el INE dió la noticia de que nacen menos niños que personas que mueren. Esto se interpretó en la prensa como que la población «envejece». ¿Cómo es posible? ¿No debería ser al revés? Si más mayores mueren la población se rejuvenece. Bueno, esto tampoco es verdad.

La verdad es que el envejecimiento depende sencillamente del aumento de edad de los que vivimos. Si la edad media de vida aumenta decimos que la población envejece.

El problema es que luego asociamos el envejecimiento de la población y la disminución de la natalidad a una sociedad en situación delicada, cuando en parte deberíamos de alegrarnos por ambas cosas. Para una sociedad y un planeta sostenible es realmente necesario que la cuota de natalidad baje. No podemos seguir creciendo indefinidamente. Lo importante es que quienes vengan después de nosotros puedan tener una vida digna. La sostenibilidad del planeta depende de que hagamos un uso inferior de los recursos existentes.

También hay quienes creen, cuando dicen que la población envejece, que el coste del envejecimiento en forma de servicios para los mayores no se puede asumir si no nacen más personas. Nada más equivocado. Primero que nada, si hay menos niños también hacen falta menos personas que se dediquen a ellos en escuelas, hospitales, cuidado en casa, etc. por lo que las personas que sobran para esas tareas podrían dedicarse al cuidado de los mayores. Nos olvidamos que al menos los 25 primeros años de vida dependemos de otros para nuestra subsistencia, al menos en los países de la UE hoy día.

Segundo, con una disminución de la natalidad el número de viejos a largo plazo también disminuye, aunque aumente la expectancia de vida, por lo que el problema en ese sentido es temporal. También, gracias a los avances médicos, la necesidad de cuidados no aumenta exponencialmente al número de mayores.

Olvidamos que la población en España se ha duplicado en los últimos sesenta años. En otros países se ha triplicado, incluso cuadruplicado. Si queremos un mundo mejor donde todos tengan una vida digna no podemos estar pensando en aumentar la cantidad de parados y la cantidad de mayores de 65 años que no pueden llamarse pensionistas porque no cobran ninguna pensión. Muchos se preguntan quiénes cuidarán a los mayores de edad en el futuro. La pregunta es más bien, quiénes los cuidan hoy. Si somos incapaces como sociedad de dar trabajo al 21% de la población en edad activa y de ayudar con pensiones a un buen número de mayores de edad, ¿porqué esa obsesión por el número bajo de nacimientos?

Hay otro aspecto que obviamos, y es el cambio climático. Todos están de acuerdo que la acción del hombre en uno u otro sentido es decisivo. Un aumento de la población dificulta cualquier intento de solución, ya que cada persona significa un consumo de energía y recursos. Por ello el cambio climático no puede desasociarse del aumento de población. Una disminución paulatina de la población debe de ser recibida con buenos ojos.

Miguel Benito

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