La fiesta de la tomatina de Buñol está a puerta de entrada. Según El País del 11 de agosto de 2013 el número de tomates comprados ascendió a 120 000 kilos y los beneficios de la fiesta a 300 000 euros. Lo que indica que los beneficios de la salvajada no son singularmente altos.
Lo lamentable es que aun hablando de crisis local y global nos permitamos el despilfarro de tirar productos alimenticios a la vez que vemos cuál es la situación en el mundo, especialmente en el cuerno de Africa. Esos tomates, bien empaquetados, podrían dar vida a muchas personas.
Dicho esto, la fiesta parece imparable. Pero todo puede cambiar si el pueblo toma conciencia de la señal que envía con este acto. Para mí es falta de respeto a la labor de los agricultores, aquellos que hace muy poco se vieron boicoteados por los consumidores, y falta de respeto a los recursos limitados del planeta.
La diversión puede encontrarse sin la destrucción de productos alimenticios. Antes se consumía todo lo que se compraba en el mercado, ahora se tira hasta el 50% de lo producido. Naturalmente que el mundo va mal así. Indignémonos y busquemos otra forma de diversión.
Mirando en Wikipedia parece que no faltan fiestas en Buñol.