En el sistema electoral sueco hay algunos aspectos que podrían valorarse al hacer una reforma electoral en España, que parece ser una necesidad de urgencia.
La primera reforma sería reducir el número de diputados a 349, con lo que teóricamente no habría empate, como ocurre ahora. En Suecia hubo ese caso entre 1973 y 1976, y en cuestiones menos transcendentes se solucionó con echar una moneda a cara o cruz.
Los diputados que son mombrados ministros dejan su banco durante el tiempo que están en el gobierno. Pueden volver al parlamento si dejan el gobierno. Lo mismo quien es elegido presidente de la cámara. Esto agiliza el congreso, y libera a los ministros de estar pendientes de su puesto. El ser ministro es un trabajo más que suficiente.
La segunda reforma es que los votos tengan el mismo valor en toda España. Para ello además de que cada circunscripción tenga un número determinado de diputados, haya otro número que se repartiría entre los votos emitidos en otras circunscripciones. En Suecia de 349 diputados hay 310 que son fijos ya desde el principio, de acuerdo a la población censada en cada región, y 39 que se reparten con los votos sobrantes una vez sabidos los resultados totales. De 35 millones de electores divididos por 310 daría 112.900 votantes por diputado. Esto indica que una provincia como Soria o Teruel se quedaría sin su diputado, salvo lograrlo con los votos sobrantes de otras circunscripciones. Pero se puede también arreglar de modo que Soria pertenezca a la misma circunscripción que Burgos o Segovia.
Cada partido tendrá el número de diputados de acuerdo a los votos logrados en todo el país para que el partido tenga una representación que se corresponda al número de todos los votos emitidos en el país. Hay una excepción importante, y es que un partido no logra representación si logra menos del 4% de los votos en todo el país. ¿El motivo? Mientras en España se quiere que en la práctica cualquier partido pequeño tenga asiento en el congreso, en Suecia se busca un parlamento que también sea práctico y que todos los partidos tengan un mínimo número de parlamentarios para cumplir con su función. El mínimo número obteniendo solo el 4% de votos es de 14 diputados. Esto posibilita que todos los partidos tengan representación en las distintas comisiones.
Hoy vemos el peso que un solo diputado puede tener en el congreso español. Para mí esto no es democracia. Casi todos los partidos pequeños, con 1,2, 4 o 5 diputados representan a votantes de una sola comunidad autónoma. Esto también hace que estos diputados no necesitan sentirse españoles. En el parlamento sueco todos los diputados hacen hincapié en que primordialmente representan a todos los electores, independientemente de dónde viven. Luego representan a su partido y últimamente a su circunscripción.
Si lo que queremos es que los intereses particulares de una región puedan ser defendidos para eso tenemos el Senado, que también necesita reformarse para que pueda cumplir con esta función. 6-8 senadores por región serían suficientes, en vez de 250 senadores para toda España, que se me antoja ser exagerado.
Hay otros aspectos interesantes, por ejemplo que uno puede expresar su voto particular por un candidato. Si obtiene un 5% de cruces en las papeletas de su partido tiene garantizado un puesto por delante de quienes pueden estar antes en la lista pero no han obtenido los mismos votos individuales. Otro aspecto es que una persona puede ser candidata en distintas circunscripciones. Es una forma de que muchos puedan votar por un mismo candidato. En España, por ejemplo, se dice que Rajoy fue votado por los españoles. La verdad es que solo fue votado por los electores de Madrid que escogieron la papeleta del PP.
Miguel Benito
miguel.benito@taranco.eu