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La tomatina

La fiesta de la tomatina de Buñol está a puerta de entrada. Según El País del  11 de agosto de 2013 el número de tomates comprados ascendió a 120 000 kilos y  los beneficios de la fiesta  a 300 000 euros. Lo que indica  que los beneficios de la salvajada no son singularmente altos.

Lo lamentable es que aun hablando de crisis local y global nos  permitamos el despilfarro de tirar productos alimenticios a la vez que  vemos cuál es la situación en el mundo, especialmente en el cuerno de  Africa. Esos tomates, bien empaquetados, podrían dar vida a muchas  personas.

Dicho esto, la fiesta parece imparable. Pero todo puede cambiar si el  pueblo toma conciencia de la señal que envía con este acto. Para mí es  falta de respeto a la labor de los agricultores, aquellos que hace muy  poco se vieron boicoteados por los consumidores, y falta de respeto a  los recursos limitados del planeta.
La diversión puede encontrarse sin la destrucción de productos  alimenticios. Antes se consumía todo lo que se compraba en el mercado,  ahora se tira hasta el 50% de lo producido. Naturalmente que el mundo  va mal así. Indignémonos y busquemos otra forma de diversión.

Mirando en Wikipedia parece que no faltan fiestas en Buñol.

Solidaridad con los niños

La organización Save the children, esto es, Salvemos a los niños, está realizando una campaña para recabar ayuda entre la población valenciana para que todos los niños puedan por lo menos tener una comida al día durante este tiempo de verano.

Parece difícil entender que haya pobreza en España. Pero así es. Y lo grave es que se podía acabar rápido si todos los políticos que han sacado dinero lo devolvieran y dejaran sus puestos a personas honestas. Porque tiene que haber personas honestas entre los 46 millones de habitantes.

Mientras esto sucede, todos los ciudadanos que quieran ayudar a paliar algunas de las necesidades de los niños pueden ir a la página web de «Salvemos a los niños»:

http://www.savethechildren.es

Miguel Benito

Nacen menos y mueren más

La publicación por el INE de las estadisticas de natalidad y mortalidad que apuntan a un número inferior de nacimientos se interpreta por muchos como una situación negativa, lo que no necesita ser así. Algunos hablan además de ”envejecimiento” de la población cuando este término nada tiene que ver con estas estadísticas, sino más bien con la calidad de vida. La longevidad, un término mejor que envejecimiento, tiene que ver con la mejora de la vida que ha ocurrido en los últimos decenios, no con la cantidad de nacidos. La esperanza de vida no es la relación entre natalidad y mortalidad un cierto año, sino tiene que ver con la cantidad de años que los pertenecientes a una misma generación viven en su totalidad.

La población en España se ha duplicado en los últimos sesenta años. En otros países se ha triplicado o incluso cuadruplicado. Si queremos un mundo mejor donde todos tengan una vida digna no podemos estar pensando en aumentar la cantidad de parados y la cantidad de mayores de 65 años que no pueden llamarse pensionistas porque no cobran ninguna pensión. Muchos se preguntan quiénes cuidarán a los mayores de edad en el futuro. La pregunta es, más bien, quiénes los cuidan hoy. Si somos incapaces como sociedad de dar trabajo al 27% de la población en edad activa y de ayudar con pensiones a un buen número de mayores de edad, ¿porqué esa obsesión por el número de nacidos?

Los cambios bruscos no son buenos, pero es necesario que paulatinamente descienda el número de habitantes del planeta si queremos sobrevivir como raza humana. En Bangladesh por ejemplo la población se ha triplicado en solo 60 años, de 50 M en 1960 a 164 M en 2020. La ratio española de 1,32 niños por mujer es una buena proporción para rectificar un poco la mala gestión llevada en otros tiempos. Esto da esperanza de futuro para quienes vengan detrás de nosotros.

Miguel.Benito @ taranco.eu